lunes, 12 de enero de 2009

Para reflexionar

Tu eres tu propia empresa Tu eres tu propia empresa, y el mundo la empresa de todos. Una empresa estaba en situación difícil: las ventas iban mal, los trabajadores y colaboradores estaban desanimados, y su situación financiera era crítica. Era preciso hacer algo para revertir ese caos. Nadie quería asumir nada. Por el contrario, el personal apenas reclamaba que las cosas andaban mal y decían que no existían perspectivas de progreso. Ellos consideraban que alguien debería tomar la iniciativa de revertir ese proceso. Un día, cuando los funcionarios llegaron a trabajar, encontraron en la portería un enorme cartel que decía: "Falleció ayer la persona que impedía el crecimiento de nuestra empresa. Usted está invitado a participar del velorio en el salón de deportes". Al principio, todos se entristecieron por su muerte, pero luego de un tiempo sintieron curiosidad por saber quién había bloqueado el crecimiento de la empresa. La agitación en el salón era tan grande que fue preciso llamar a los guardias de seguridad para organizar una fila india. A medida que las personas iban aproximándose al cajón la excitación aumentaba. - ¿Quién era el que estaba estorbando el progreso? ¡Qué suerte que este infeliz se murió! -se escuchó- Uno a uno, los agitados empleados se aproximaron al cajón, miraron al difunto y quedaron pasmados, en absoluto silencio, como si hubiesen sido heridos en lo más hondo de sus almas. - ¿Qué había en el fondo del cajón? ¡Había un espejo! Y en él, escrita, la siguiente leyenda: ‘Si siempre haces lo que siempre hiciste, siempre obtendrás lo que siempre obtuviste.’
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