El maestro Pablo Picasso estaba en París, sentado en un café al aire libre, dibujando un boceto.
Un admirador que lo reconoció se le acercó emocionado, y le pidió por favor que le hiciera un retrato.
Picasso aceptó y rápidamente, con su clásico estilo, trazó el rostro del hombre.
- ¿Cuánto es?, preguntó al artista.
- Diez mil francos.
- ¡Cómo diez mil francos, si sólo tardó dos minutos!
- No, usted está equivocado –afirmó Picasso-. Tardé toda la vida.
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domingo, 2 de noviembre de 2008
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